sábado, 15 de octubre de 2022

La gente no habla con desconocidos en los autobuses, comentario de Edwin Pilco


 

“LA GENTE NO HABLA CON DESCONOCIDOS EN LOS AUTOBUSES”

 

Me ha pedido el escritor Santiago Quelal que comentara su nueva novela. Contrario a lo que la mayoría de ustedes podría suponer, mi relación con el novelista ha sido esporádica, más de protocolo de ex compañero de Universidad que de camaradería literaria. De hecho, cuando fuimos efímeros compañeros en alguna clase en la Escuela de Literatura de la Universidad Central casi nunca conversábamos de Literatura, pero sabía que él escribía. Por ello, cuando me pidió que comentara su novela me pareció un exceso de confianza o de soberana ingenuidad del autor porque siempre se corre un riesgo cuando un extraño comenta el texto del autor sin nunca haber parte de su círculo rosa. Pero más ingenuo yo, que acepté este extraño encargo como si uno de los personajes de su novela me hubiera propuesto hacer parte de la mismísima campaña “La gente no habla con desconocidos”. En fin, comencemos:

 

Escribía el escritor colombiano Mario Mendoza en su novela “La Ciudad de los Umbrales” posesionando al constructor de bombas como el oficio terrestre más hermoso: “El fuego artificial conmemora, la bomba comunica algo que es incomunicable mediante otro lenguaje. De ahí que el constructor de bombas es un buscador de nuevas formas de comunicación, un nuevo poeta”.

 

No es casualidad entonces que la novela que nos convoca: “La gente no habla con desconocidos en los autobuses” este precedida por una cita del escritor colombiano a manera de epígrafe: “A mayores autopistas de información,  menos nos comunicamos…La gente ya no habla”.

 

Entonces, es necesario ensayar otras formas de comunicación en una sociedad consumista e hipertegnologizada donde la gente solo habla con desconocidos para comprar y vender, y solo chatea (no habla) con desconocidos en la realidad virtual y no en la realidad real, si se me permite el pleonasmo.

 

Ensayar otra forma de comunicación en una época en dónde la cuarta revolución industrial o revolución 4.0 ha impuesto su hegemonía planetaria, es el motivo de la novela de Santiago Quelal.  ¿Y cuál es esta forma alternativa de comunicación? Simple, mirar al de alado (un perfecto desconocido/a) y decir hola, a riego que éste te ignore y se diga para sus adentros que estás loco.

 

En este contexto surge un grupo de Ladrones de la Palabra, al margen de la dinámica productiva del sistema, quienes, aunque no fabrican bombas, roban la palabra para ponerla de nuevo en circulación y al menos distraer por segundos al autómata clavado a su pantalla de celular.  Primero como teoría, luego como proyecto y finalmente como acción directa surge la campaña, que lleva el mismo nombre de la novela:  La gente no habla con desconocidos en los autobuses”, misma que está auspiciada por un periférico personaje, el profesor Toscano, un profesor de historia de un colegio, acaso el menos joven del grupo que mantiene algún vínculo formal con el sistema. Toda campaña necesita un ideólogo y este rol lo cumple Fabián, seudo filósofo friki, quien atraves de sus manifiestos echa las coordenadas de la campaña. Se lee en uno de aquellos: “Tu puedes hablar con desconocidos y aportar teorías para ti mismo, sin que te deba importar si cambias a las personas o no. De todos modos, esa energía es irreversible y caótica como mirar al sol, como mirar al miedo y de ahí surge algo nuevo”. (Pag.16).

 

O en otro manifiesto se entiende lo que la campaña persigue:

 

“ Lo que nosotros pretendemos es que las relaciones sociales se vuelvan un arte, de manera que la creatividad, la libertad, la fraternidad sean valores considerados un recurso económico de la inteligencia.” (Pág. 117)

 

Una campaña no es tal sino hay alguien que lleve a la práctica sus tácticas y estrategias.  ¿Quién puede ser? Solo alguien que no tiene nada que perder, y este es Sven, la oveja más negra de todas, cuya única motivación para unirse a la campaña es la admiración a la actitud de su hermano Fabián. Sven, quien al principio recluta adeptos para la campaña, pienso en El Topo, por ejemplo, termina comandando las acciones directas de esta: discursos en los autobuses, hojas volantes, revista, radio, registros audiovisuales con gafas.

 

Conforme avanza la trama la campaña deja de ser susurro para convertirse en ruido y van llegando, la más variada fauna de personajes:  Spike Junior, un trovador manabita; Sol, la guayaca de los convers fosforescentes;  Note, la multa amiga de Sol;  Sade, la locutora oficial de Radio Feraud Guzman; y, Steven Assange, un epígono de Jaime Guevara.

 

Este es el perfil de los Ladrones de la Palabra, quienes no son terroristas en el sentido anárquico de la palabra sino terroristas líricos que sabotean con discursos más bien convencionales la aburrida cotidianidad de algún pasajero, transeúnte radioescucha o lector sin recurrir a la violencia política, aunque algunos parecen ser pandilleros, y otros profetas, según se los mire, pero en todo caso todos, todas proceden de la periferia y traen el nuevo mensaje.

 

Todo grupo que conspira necesita un teatro de operaciones y el escenario de experimentación de este grupo de frikis es un pueblo situado en alguna parte del perfil costanero ecuatoriano, entre Salinas y Sacachun, un poblado atravesado por un rio que cruza Aguaclara y Salinas para luego desembocar en el mar. Un poblado con el monumento más representativo, un monolito de la cultura huancavilca en el parque central.  Un pueblo bizarro y comercial donde conviven los especímenes más raros. Este pueblo se llama San Biritute. Los personajes se desplazan por sus calles polvorientas. Van de la Librería (esotérica) La Pirámide, dónde afinan estrategias de la campaña a la parada de buses Los Reyes del Camino, dónde comenzaron la campaña. De esta parada se mueven a la tienda de Don Pilsener para remojar el gaznate con una fría cerveza, y finalmente, se aparcan en el bar Agotarás , donde motivan  a los asistentes  a contar sus historias cotidianas más originales.

 

San Biritute es un pueblo donde apenas ocurre nada, pero que estalla en el Carnaval de la Santísima Tragedia, donde serranos, costeños, gringos y gringas, asisten devotamente cada año para vaciarse todas las puntas de caña y convertir a las calles del pueblo en urinario público. Pero sobre todo es un laboratorio en donde se realiza el primer experimento de la campaña “ La gente no habla …” . ¿San Biritute, primer territorio liberado del miedo y la vergüenza por los Ladrones de la Palabra? Suena exagerado, pero es así.   ¿Y cuál es el resultado de este experimento? Escuchemos lo que Spike Junior comenta en una entrevista radial; cito: 

 

“Por primera vez la gente está comenzando a hablar con desconocidos en los autobuses, en los parques, en los negocios y en la feria. ¿Los sabían? Pues sí, lo que parecía un sueño es una realidad en San Biritute.” (Pag.36) . 

 

Si el primer plano de la novela es la campaña “La gente no habla …”, hay un segunda plano que emerge del texto, y son las aventuras y desventuras de Sven Salcedo, hermano de Fabián y sobrino del profesor Toscano, que ha llegado a la Costa procedente de la Sierra, no se sabe con qué motivación; que es estudiante del último año de Literatura; que siempre porta en su bota un cuchillo, que siempre esta prevenido de El Mono y de su banda Los K-Chuchas.

 

Paralelo a la campaña “La gente no habla…”, Sven tiene su propio proyecto:  vivir (o más bien sobrevivir) de manera espartana como lo hacen los poetas mendicantes, en la escasez y a la intemperie. Así Sven, guinda su carpa en el parque central de San Biritute y sobrevive de las ventas de CDs, cuyos archivos reproducen las historias más especulativas: el fin del mundo, extraterrestres, filosofía maya; CDs que perfectamente podrían reproducir el audio completo de esta novela: “ La gente no habla con desconocidos en los autobuses”

 

Sin embargo, esta proyección declina cuando Sven salta al vacío sin paracaídas. Sven empieza a padecer ese mal al que algunos llaman la estupidez de los enamorados. La chicha de los pies de fuego, Sade Bilier, es su “adorado tormento”, en clave de canción ranchera.   Sven, que no tenía nada que perder, lo ha perdido todo en la celebración de la Santísima Tragedia cuando mira a su amigovia, Sade en brazos de Axel.  ¿Y que hace un hombre con el despecho a flor de piel?  Simple, emprender la otra campaña, una campaña alcohólica que nada tiene que ver con “La gente no habla…” de varios días, con norteño y rock and roll sin moneda. Sven atravesando la noche con la cabeza incendiada relinchando para comunicarse con los demás: “No maten a los caballos, ellos también son seres sensibles”; ese es el patético cuadro al frecuentemente suele conducir el desamor.

 

Si ya Sven era un vagabundo, el desamor lo vuelve un iluminado y como todo iluminado abandona San Biritute y se larga vivir, de una manera aún más espartana, en el interior de un bus abandonado de la Cooperativa Otavalo que se planta en un gran cementerio de chatarra en una playa de Salinas. Privado de lo más básico y en desconexión total con el mundanal ruido Seven, se siente en un estado de gracia. En este punto, Seven, me recuerda a un personaje del cuento “El Dentista” de Roberto Bolaño: un adolescente indio que su vez escribe los más bellos cuentos y en uno de esos hay un lector que vive en un auto abandonado en alguna carretera de México, leyendo al Márquez de Sade, pero Sven, no lee a Sade sino que sobre su colchoneta calzada en el bus deshuesado lee a Chandler, a Celine, a Dávila Andrade.  A diferencia del lector de Bolaño, a quien nadie perturba su lectura, a Sven le interrumpe un violento ajuste de cuentas. Es inevitable también vincular a Sven con  el personaje de la novela “Baile con serpientes” de Horacio Castellanos Moya,   un sociólogo desempleado que un día cualquiera mata al indigente que ocupa un Chevrolet amarillo abandonado frente a su casa, en una colonia de San Salvador,  para suplantar y pasar a ser el nuevo ocupante de ese coche, pero el sociólogo no está solo, sino que entre chatarra emergen 4 serpientes venenosas, anfibias que lo reconocen como su nuevo encantador y juntos llevan el terror y la destrucción a las calles de San Salvador.  Para nuestro caso, entre la chatarra del autobús abandonado que habita Sven no hay seres anfibios que personifiquen la violencia extrema, pues eso es exclusividad de los seres humanos, por eso mientras Sven trasmuta en su guarida, irrumpen El Topo y El Mono, y entierran vivo a Sven …Contrario,  a lo que le acontece a Salvador Ramírez,  héroe serrano de  “A la Costa” de Luis Alfredo Martínez, quien agoniza a orillas del Rio Guayas y muere con la mirada fija en el  Chimborazo, Sven Salcedo sobrevive a la paliza de la banda de los  K-Chuchas y regresa al origen, a la Sierra, al pueblo de Tanguarin, a la casa del padre.

 

 

De ahí en adelante la novela se aligera. Sven retorna a la Sierra, específicamente a Quito para luego ir a su pueblo, Tanguarin. Ha encontrado solaz en el libre amor de Sol, la guayaca. La campaña “La gente no habla…” sigue su curso, hay entrevistas, hay lectura de manifiestos, una página web, inclusive. La algarabía de Sven se desata en el Quito Fest: viejos amigos, alcohol, drogas y rock. Pero el punto máximo del jolgorio es la primera noche que encontrará a Sade en el concierto, a quien la arrastra al centro del pogo y la besa por última vez, para siempre, mientras las luces artificiales brillan en el cielo quiteño.

 

El último acto al azar de Sven, después de robar dólares a Axel, novio de Sade, es echar la moneda a la suerte y decidir su camino. Echada la suerte se lanza nuevamente a los caminos. Al tiempo que el autobús va tomando velocidad sobre el asfalto, Sven se deshace de su cuchillo por la ventana, acaso se deshace también de su última canción.

 

“La gente no habla con desconocidos”, está distribuida en 9 capítulos. Escrita de manera desenfadado, con frase cortas, de ritmo irregular. El humor está presente en algunas escenas y diálogos.   Las voces de los personajes intentan estar acorde al perfil construido. La voz (o susurro para ser preciso) de Sade es quizás la voz mejor trabajada. Es una novela, lo confieso, que al inicio costó engancharme, pero que luego la trama se agiliza y se narran los acontecimientos y, sobre todo, los efectos de estos.

 

Si me pregunta del género de esta novela, pues yo especulo que se encuentran muchos géneros. “La gente no habla con desconocidos en los autobuses” es una novela de aventuras que narra el viaje que hace un grupo de frikis llevando las buenas nuevas por las carreteras del Litoral ecuatoriano. Es una novelita lumpen porque aún me resuena el aullido de Sven cuando es marcado en su abdomen por el filo de un cuchillo. Una novela rosa porque el amor entre un estudiante de Literatura (Sven) y una locutora de la farándula (Sade) solo puede dar como resultado la cursilería más rampante.  Es una novela beat porque los Ladrones de la Palabra van sobre ruedas ( On the road), como nuevos profetas discurseando o cantando para que la gente se desconecte de la Matrix y hable.

 

Apenas he leído un libro del autor, uno de poesía para ser exacto, “Graduación de un estudiante de Literatura”, de quien Pedro Gil dijera en actitud doctoral, y eso lo atestiguo yo, “esta es buena poesía”, dicho lo cual el poeta manabita se zampó un vaso de cerveza en algún bar quiteño allá en una noche de 2015. La verdad no concibo comentario más honroso que éste para un joven escritor que avanza a paso firme por esta senda.

 

Así que ¡salud por eso y esta nueva novela, Santiago ¡

 

lunes, 23 de mayo de 2022

El mural de Pikachu en Quito: la mejor gentrificación en honor al Bicentenario de La Batalla de Pichincha


 En la foto Pikachu realiza su poder impactrueno.

May is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land...

T.S . Eliot y Santiago Quelal Pasquel
The Waste Land y La ciudad desconocida de Pikachu


El 16 de mayo, el artista Okuda San Miguel inauguró un mural ubicado en el bulevar de la 24 de mayo, por la conmmemoración del Bicentenario de la Batalla de Pichincha. (24 de mayo de 1822-24 de mayo de 2022). Este mural desató un incontenible alud de memes, artículos, a favor y en contra, por pintar un adorable Pikachu, en el sombrero de las borbadoras de Llano Grande.

Debido a la avalancha de información a la que nos vemos sometidos hoy, a la memecracia y la videocracia, la gente ni siquiera ha visto todo el mural. ¿Los detractores se han fijado en ochenta por ciento del mural? ¿Los detractores se han fijado en Las Bordadoras de Llano Grande?

Pues, la gran mayoría no. No lo digo yo, los dicen las mismas Bordadoras de Llano Grande. María Montesdeoca afirmó: "Nadie se ha preguntado sobre nuestro trabajo, ni por qué somos parte del proyecto"

¿Se han informado de la cultura que hay detrás de las Bordadoras de Llano Grande? ¿Conversan con sus amigos de Llano Grande sobre su cultura? 

Yo no sabía qué había detrás de la cultura de Llano Grande. Me informé por casualidad un fin de semana por un compañero de trabajo mientras comíamos un sabroso encebollado, un rico plato ecuatoriano que tiene más identidad que Pikachu y La Batalla de Pichincha juntos. Me dijo que su familia es de Llano Grande y que ni siquiera ellos sabían su pertenencia a una cultura aborigen ancestral, y cuando lo supieron se gastaron mucho dinero en vestirse como la cultura aborigen de Llano Grande. Ellos eran los Kitu Cara.

Como un ecuatoriano desinformado y atiborrado de memes en mi Facebook, no sabía, ni tampoco me interesaba mucho y seguí degustando mi sabroso encebollado.

Entonces, ¿por qué causa tanto revuelo el Pikachu del bulevar 24 de mayo?, es posible y muy probable que la causa sea la novelería, no por una investigación y mirada profunda de un mural. Es posible que ni siquiera los detractores sepan sobre este dato, sólo se dedican a encubrir su nacionalismo, su patriotismo e intelectualidad, alegando que Quito es milenario. Y Quito con K y u para rematar. Con mi visión de niño pienso que las ciudades son milenarias, el mundo lo es. Y qué. El hecho de recordar a un grupo de militares o patriotas masacrándose con otros por una independencia no es un acto ni heróico, ni digno de recordar. El nacer en Quito, Bogotá, Buenos Aires, Lima o New York no se elige ni te hace especial. Tampoco las identidades sangrientas, ni identidades culturales, eso viene con el paquete incluido biológico, no hace falta estar buscando. Podemos respetar, admirar y asombrarnos de culturas de mi país como los otavalos, saraguros, kitu cara, shuar y otras tantas, pero tampoco ellos lo eligieron ni tampoco son especiales por eso.

Estamos en camino al hombre universalis, el homo complexus, como lo estudió y profetizó el sociólogo francés Edgar Morín, con el estudio de la complejidad. Nuestro celular es chino, nuestros zapatos son colombianos, nuestra camisa es ecuatoriana, nuestras gafas son gringas, nuestros libros son de todas partes del mundo. Habitamos en un planeta y nacer en un país es una anécdota. Nuestra percepción y sentimiento profundo ya no es de ningún lugar, ni de ninguna patria, y eso con el tiempo se convertirán en anécdotas y las respuestas se las encontrarán en la antropología, en el conocimiento de diversas culturas, lenguas, no de conceptos rígidos patrióticos y políticas de hacer un arte encomendado a la historía sangrienta de nuestros pueblos.

Según Josefina Ludmer, en la actualidad las ciudades son islas urbanas (zonas sociales). La idea de nación, con sus viejos ideales de patria ya está desapareciendo. Las ideas de patriotismo, identidad cultura, himnos nacionales y todo ese sentimiento patriótico en la actualidad es un nicho más, un grupo de personas que piensan de esa manera de los miles de grupos de personas que existen en una ciudad que piensan de maneras distintas. Y es hermoso que sea así, porque ya las ideas hegemónicas de la patria están desapareciendo por miles de grupos que piensan de manera diversa no se los puede aglutinar para una idea común. José Luis Pardo en su Ensayo sobre la falta de lugares, lo aclara: "La distribución de las cosas y personas en lugares —llámense o no naciones— es un fenómeno totalmente accidental y epidérmico, aunque sea también un fenómeno extremadamente importante. La formación de lugares —históricos, geográficos, culturales— es siempre algo derivado y no originario, el resultado de una negociación, de un acuerdo, de una relación de fuerzas o de un enfrentamiento violento, nunca un producto espontáneo de la naturaleza". 

Siguiendo la inspiración de Pardo,  desde la visión de un niño, que es una especie de juguete de los mayores, de los dueños de las identidades de un país, un niño rebelde y a la vez ingenuo y espontáneo optaría por adorar al Pikachu por sus colores y su simpatía, y su visión enamorada y natural sería la prueba más humana que su identidad está en el amor al Pikachu con el que puede soñar y está mucho más cercano a la ilusión del niño rebelde. 

El Pikachu será su primer juguete y su primera identidad.

Es posible y muy probable que la nueva generación se identifique con el adorable y alegre Pikachu en vez de gestas patróticas sangrientas, con Maradona en vez de DiosFaraón Love Shady en vez de Bad Bunny, con Tony Stark en lugar de Cristo, Harry Potter en cambio de las mitologías griegas. Porque nuestra cultura es el encebollado, y mientras más mezclemos ingredientes, sabores, culturas y modos diversos de pensar, más paz, tolerancia tendremos.

Qué rico encebollado.

Y está bien. Y me gusta. Y me gusta. Y me gusta que sea así, que poco a poco existan murales de arte, manifestaciones subversivas del arte que mezclen culturas, historias supuestamente intocables con identidades de la globalización. Nos hace falta tanto esos actos subversivos porque nos hace pensar, nos incomoda. Me gusta el arte incómodo, el que te mueve de tu estado petrificado, zombie, para preguntarte cosas. 

Los memes posteriores dieron en el blanco del subconsciente quiteño. El blanco de los memes se dirigieron a colocar a Mazinger Z, o la guarida de los Thundercats en la famosa y súper globalizada Virgen del Panecillo. Eso está en el subcosciente de los quiteños. He conocido a algunos pintores que quieren dibujar a la Virgen del Panecillo fumando marihuana o destruyendo ese estatua horrible que tiene Quito, como ya lo representó la película ecuatoriana A tus espaldas. Otros más punkis sueñan con dinamitar la Virgen del Panecillo y yo los acompaño en sueños. Como sueños y arte subversivo estaría bien, al menos en nuestra mente súper globalizada. 

Entonces ya no gentrificaremos la ciudad, sino nuestro pensamiento. Utilizaremos la gentrificación mental para ser más tolerante, creativo y apto para el encebollado cultural. Cuando nos levantemos seremos capaces de tomarnos una selfie y subirla en Facebook, sin filtros, así con arrugas y ojeras. Remodelaremos nuestra percepción, nuestra mente con el encebollado cultural.


Santiago Quelal Pasquel, 23 de mayo de 2022




jueves, 10 de marzo de 2022

¿Los hombres no podemos opinar sobre feminismo?

 


La censura del feminismo actual es sorprendente, sobre todo para nosotros, los hombres. Entrar en un hilo de redes sociales sobre ese tema de manera seria es peligroso porque el feminismo actual, el feminismo de género o feminismo hegemónico, se deja llevar por el torbellino emocional, como si fueran niñas caprichosas y todo lo que esté fuera de sus parámetros ideológicos lo cancelan, lo eliminan, lo bloquean, lo censuran. Es muy raro que un hombre no sea apaleado virtualmente, incluso físicamente si tiene una posición distinta del feminismo, un no estar de acuerdo con algo, un me parece mal. 

Esta clase de feministas lo saben todo, es raro que acepten críticas y son guerreras del pensamiento, con el escudo de su ideología y con la espada del debate, de la posición de defender a su grupo. Ese feminismo es el que convoca a las marchas, que manipulan sus decisiones desde el movimiento y anula su propia manera de pensar, lo que puede llegar a forzar a su dirección. Esta clase de feminismo adopta a sus seguidoras como inmaduras, como niñas resabiadas disfrazadas de libertad, sin entender que son marionetas.

Ese es el feminismo del vandalismo, del terror, del ridículo, un feminismo que anula el respeto a la diferencia, a la otredad, y puede caer en el dogma, incluso en la secta. Es el feminismo que no dialoga, que no abraza la paz, que no es creativo, que no escucha la opinión de un hombre, sea que esté o no equivocado. Es el feminismo del scracheo virtual y del rebaño que no piensa, sin entender que el scracheo también es acoso e incluso puede violar los derechos del hombre, y lo que es peor anula la voz del hombre en pos del movimiento feminista. En casos extremos de este feminismo las mujeres llegan al Lesbianismo Político, es el que consiste en anular al hombre como preferencia sexual, es por ello que en este movimiento existan muchas lesbianas, no por orientación sexual sino por razones políticas, porque dentro de su grupo de mujeres se siente más respaldada, más segura, sin hombres acosadores a la vista. En nombre de la sororidad, han eliminado la aportación distinta de su modo de pensar fuera de su burbuja, sobre todo si es hombre.

Debido a esta ideología actual el hombre cada vez se arriesga menos a hablar, a sentir, a unirse a estas mujeres, y los que se unen lo hacen con miedo, con inseguridad, porque ellos no son los importantes en su movimiento por la igualdad. 

¿Existirá algún día en el que el hombre pueda opinar distinto, fuera del dogma y de la ideología y sin embargo unirse a los derechos tanto de hombres como de mujeres? 

¿Existirá algún día un movimiento en el que hombres y mujeres luchemos juntos por los derechos de los seres humanos?

El feminismo hegemónico no se hace esas preguntas porque consideraría la idea del diálogo, de la apertura de nuevas ideas, es el feminismo de la segregación de géneros y no de la unidad, de la complementariedad y señala al hombre como un potencial abusador, un potencial enemigo, un machista hombre blanco burgués afortunado. Estas mujeres lo miran como un enemigo y no como un ser humano distinto, con posibles aportaciones a sus ideas.




La gente no habla con desconocidos en los autobuses, comentario de Edwin Pilco

  “LA GENTE NO HABLA CON DESCONOCIDOS EN LOS AUTOBUSES”   Me ha pedido el escritor Santiago Quelal que comentara su nueva novela. Contra...