La censura del feminismo actual es sorprendente, sobre todo para nosotros, los hombres. Entrar en un hilo de redes sociales sobre ese tema de manera seria es peligroso porque el feminismo actual, el feminismo de género o feminismo hegemónico, se deja llevar por el torbellino emocional, como si fueran niñas caprichosas y todo lo que esté fuera de sus parámetros ideológicos lo cancelan, lo eliminan, lo bloquean, lo censuran. Es muy raro que un hombre no sea apaleado virtualmente, incluso físicamente si tiene una posición distinta del feminismo, un no estar de acuerdo con algo, un me parece mal.
Esta clase de feministas lo saben todo, es raro que acepten críticas y son guerreras del pensamiento, con el escudo de su ideología y con la espada del debate, de la posición de defender a su grupo. Ese feminismo es el que convoca a las marchas, que manipulan sus decisiones desde el movimiento y anula su propia manera de pensar, lo que puede llegar a forzar a su dirección. Esta clase de feminismo adopta a sus seguidoras como inmaduras, como niñas resabiadas disfrazadas de libertad, sin entender que son marionetas.
Ese es el feminismo del vandalismo, del terror, del ridículo, un feminismo que anula el respeto a la diferencia, a la otredad, y puede caer en el dogma, incluso en la secta. Es el feminismo que no dialoga, que no abraza la paz, que no es creativo, que no escucha la opinión de un hombre, sea que esté o no equivocado. Es el feminismo del scracheo virtual y del rebaño que no piensa, sin entender que el scracheo también es acoso e incluso puede violar los derechos del hombre, y lo que es peor anula la voz del hombre en pos del movimiento feminista. En casos extremos de este feminismo las mujeres llegan al Lesbianismo Político, es el que consiste en anular al hombre como preferencia sexual, es por ello que en este movimiento existan muchas lesbianas, no por orientación sexual sino por razones políticas, porque dentro de su grupo de mujeres se siente más respaldada, más segura, sin hombres acosadores a la vista. En nombre de la sororidad, han eliminado la aportación distinta de su modo de pensar fuera de su burbuja, sobre todo si es hombre.
Debido a esta ideología actual el hombre cada vez se arriesga menos a hablar, a sentir, a unirse a estas mujeres, y los que se unen lo hacen con miedo, con inseguridad, porque ellos no son los importantes en su movimiento por la igualdad.
¿Existirá algún día en el que el hombre pueda opinar distinto, fuera del dogma y de la ideología y sin embargo unirse a los derechos tanto de hombres como de mujeres?
¿Existirá algún día un movimiento en el que hombres y mujeres luchemos juntos por los derechos de los seres humanos?
El feminismo hegemónico no se hace esas preguntas porque consideraría la idea del diálogo, de la apertura de nuevas ideas, es el feminismo de la segregación de géneros y no de la unidad, de la complementariedad y señala al hombre como un potencial abusador, un potencial enemigo, un machista hombre blanco burgués afortunado. Estas mujeres lo miran como un enemigo y no como un ser humano distinto, con posibles aportaciones a sus ideas.
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